Parece que hoy en día la velocidad importa mucho. La tecnología, la información, la comida… cuanto más rápidas, mejor.
Y en esquí, lo mismo.
La velocidad es adictiva para los participantes de la Copa del Mundo de Kilómetro Lanzado, una disciplina que consiste el descender por una pista en línea recta y conseguir alcanzar la máxima velocidad posible. El récord se sitúa en 254 kilómetros por hora.
Las dos últimas pruebas de la temporada se han celebrado en Grandvalira, Andorra. Allá he estado haciendo un reportaje para Euronews [INCLUYE VÍDEO] y me han venido a la mente varias ideas.
Cuando acaban de bajar la pista, los esquiadores tienen una sonrisa en la cara. Están felices. Su trabajo es su pasión.
¿Qué sienten al alcanzar 200 kilómetros por hora? «Es el máximo momento de libertad», afirma el británico Jan Farrell. «Es mi vida», señala el campeón del mundo, el italiano Simone Origone. Pura adrenalina; «pasas de cero a 200 quilómetros en menos de seis segundos», explica la francesa Celia Martínez. «Me siento vivo», dice Rauli Karjalainen, un americano que a sus 72 años continúa compitiendo en la Copa del Mundo.
¿Y cuál es el secreto para ser el o la más rápido/a?
No gana ni el más valiente, ni el más fuerte. Según el director técnico de la carrera disputada en la pista Riberal del sector Grau Roig de Grandvalira, Nadal Antor, «la clave es la técnica y la preparación de los esquís». Como ejemplo, explica que la campeona del mundo, Valentina Greggio, ha conseguido mayores velocidades que sus rivales, pesando y midiendo la mitad de algunos hombres.
En definitiva, ha sido un reportaje interesante para reflexionar sobre el atractivo de la velocidad, más allá del deporte.
— Vídeo de Euronews sobre la Copa del Mundo de KL —
FOTO PORTADA: ANNA LLADÓ
Comentarios